Una escultura llena de simbolismo
La estatua, de 46 metros de alto y con un peso de 225 toneladas, fue trasladada aquí en 214 cajones. No se incluyó un pedestal y la Ciudad de Nueva York tuvo que comprarlo. Por eso, durante muchos años, la llama de la libertad se mostraba en Madison Square Park. Tardaron 10 años en colocar la estatua en su lugar actual. Para garantizar que la estatua resistiría fuertes vientos, Gustave Eiffel (famoso por la Torre Eiffel), diseñó una base maciza de metal y acero. La Estatua de la Libertad está llena de simbolismo. Su nombre original era ‘La liberté éclairant le monde’ (La libertad que ilumina el mundo). La antorcha que sostiene en la mano derecha representa la luz de la libertad. En la mano izquierda tiene un libro con la inscripción ‘July IV MDCCLXXVI’ (4 de julio de 1776), la fecha en que la Declaración de Independencia se firmó. Y por otro lado, la corona de siete picos que simboliza los siete océanos y siete continentes.
Un vistazo bajo la falda
Aunque visitar la Isla de la Libertad es propiamente una experiencia, pasear alrededor de la estatua resulta más especial si entra dentro. Se pueden comprar las entradas para visitar el pedestal sin problemas, pero el número de entradas que se ponen a la venta al día para visitar la corona son limitadas. La Estatua de la Libertad tiene un ascensor, pero para subir los últimos 33 metros, tiene que hacerlo a pie: un ascenso de 377 escalones de una escalera de caracol. Afortunadamente, hay varias plataformas de descanso donde recuperar el aliento y admirar la ingeniosa construcción de acero de la estatua. Ciertamente el esfuerzo merece la pena: las 25 ventanas de la corona ofrecen vistas espectaculares del skyline de Manhattan.